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El agua: Signo de espiritualidad maya.
29 marzo, 2024
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El territorio maya es el espacio que nos habita, ahí se crea y recrea la vida entre los seres que nos habitamos. Las niñas, los niños, las mujeres, los hombres, las abuelas, los abuelos, los animales, las aves, los insectos, las abejas, el viento, el sol, el monte, la piedra, el maíz, la lluvia, las lagunas, los cenotes, todos los seres que nos habitamos, somos este territorio, no estamos yuxtapuestos más bien nos correspondemos, nuestra relación es de comunión, es familiar.

El agua no solo es un elemento que nos mantiene sanos y vivos, crea una mística desde la mirada y el entender de la comunidad maya a lo cual nombramos vida.  Para la cultura maya, el agua es mucho más que un recurso que provee existencia, el agua es uno de los gruesos pilares de la espiritualidad que teje la vida comunitaria maya, no solo tiene vida propia, más bien tiene personalidad, tiene derecho humano, aunque no ha sido reconocido por la visión occidental.

Cenotes mayas

 

Los cenotes son territorio maya, en torno a ellos desarrollamos la vida, la espiritualidad, la lengua y nuestra cultura. Nuestros abuelos van a abastecerse de agua de los cenotes para las ceremonias familiares que tenemos con nuestros Yuum (padres creadores). En ese sentido el agua es conexión entre otras formas de vida trascendente que nuestros abuelos llaman wáay, el agua es un Yuum, los misterios que guardan los Yuum en los cenotes, en las lagunas, en la lluvia y en las lágrimas van más allá de los colores y las formas, son lenguajes milenarios, son palabras en clave hermenéutica, son voces contenidas en cada imagen, tiene signos que denotan esta espiritualidad como son las formas, las luces, las sombras, los colores, la fuerza, los reflejos y los rostros mayas del agua en la Península de Yucatán.

 

 

 

Entre las celebraciones se encuentra el Ch’a’acháak (celebración para conectar con la lluvia), el jéets’lu’um (limpia y protección del terreno o parcela), U Jaanalil kaab” (comida para las abejas), U jeets’ lu’umil kaab (limpia y protección a las abejas), entre otros que permiten mantener la salud del territorio maya.

El agua da forma al territorio maya.

El agua anuncia, denuncia, tiene voz maya.

El agua convoca, reúne, a través de sus olas.

El agua nos habla mediante sus formas, sus luces, sus sombras, sus líneas y sus círculos en los que atrapa el tiempo para vernos crecer.

El agua es la sangre que va corriendo por las venas de nuestro territorio maya.

La fotografía aquí presente, pretende capturar la vida amenazada y lastimada en el territorio maya que de modo relampagueante fue inundado de soya transgénica, granjas porcícolas, parques eólicos, fotovoltaicos y turismo “verde”; por si fuera poco, la construcción de la madre del ecocidio, un tren mal llamado maya.

La realidad que se presenta aquí probablemente mañana ya no esté, eso nos preocupa, pero, seguimos documentando desde y con las comunidades.

Haizel de la Cruz Martín

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