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Estilo de vida sostenible Blog Valéxico _ sustainable lifestyle
11 junio, 2019
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Como muchos saben, la semana pasada se llevo a cabo la semana del boicot al plástico en España (honestamente desconozco si se hizo en otro países europeos o en el mundo). Esta idea nace desde el grupo de Facebok Zero Waste España e invita a todos a evitar comprar productos envasados en plástico por una semana. Fácil, ¿cierto? pues si y no. Durante esa semana, había pensado en escribir sobre la importancia de no comprar productos en envases desechables, o de como sólo el 9% del plástico se recicla y el resto o es incinerado o acaba olvidado por ahí.

Estas estadísticas son alarmantes, pero recordárselas no refleja la importancia de realizar un cambio en nuestra mentalidad y más importante en nuestra manera de comprar. Si han seguido el blog de Valéxico y sus redes sociales (o incluso si me conocen) saben que siempre le ha dado una gran importancia al tema de la sostenibilidad y el medio ambiente mucho antes de que se volviera un tema de absoluta urgencia, pero no soy una experta. Todavía hay muchos hábitos que debo cambiar y algunos otros que honestamente no puedo dejar, como el comer carne (ya no la consumo con tanta frecuencia como antes, pero un taquito de vez en cuando no le viene mal a nadie). Por eso es que quiero compartirles mi experiencia de comprar sin plástico, una práctica que he estado intentando hacer ya desde hace algunos meses, pero que me la tomé más en serio esta semana y lo seguiré haciendo hasta eliminarlo por completo de mi vida.

Mi semana del boicot al plástico y el camino a un estilo de vida sostenible

Como les he comentado antes, desde hace ya algún tiempo he cambiado mis hábitos para lograr un estilo de vida sostenible. Me he vuelto mucho más consciente de lo que utilizo, de lo que compro, a quién le compro y el impacto social y ambiental que tienen esas compras. Durante muchos años he separado mis residuos para que se puedan reciclar, sacando de sus casillas a muchos cuando les pedía que colocaran los desperdicios en el contenedor correspondiente. Cuando salieron los videos de la tortuga con un pajita (o popote como le decimos en México) pensé que no tenía mucho de que preocuparme porque yo no usaba pajitas. Luego surgieron los videos de los mares y playas llenos de envases de plástico y ahí si tenía mucha culpa. Todo, o por lo menos casi todo, lo que compraba venía en un envase de plástico.

En ese momento fue cuando todo cambio. Volteaba a ver a mi alrededor y no había un solo rincón de mi casa en el que no hubiera algo de plástico; y de la comida, mejor ni hablamos. La conveniencia de comprar productos procesados o envasados en plástico es la mejor solución para alguien como yo que tiene cero habilidades culinarias y pensar en cocinar algo desde cero era una idea de otro planeta, que va, ¡de otra galaxia! Esta realización vino el año pasado, pero el verdadero cambio empezó este. Comencé a comprar más en el mercado o si tenía que hacer la compra en un supermercado no utilizaba bolsas de plástico para la fruta o verdura pegaba las pegatinas en mi bolso de tela para el agrado de los dependientes. Deje de comprar el queso en lonchas y empecé a ir a la charcutería y carnicería (que aún tienen plástico pero menos). Los productos procesados poco a poco han dejado mi refri (palabra mexicana para frigorífico) y mi alacena ya tiene en su mayoría alimentos a granel.

Con estos pequeños cambios, me sentía segura y confiada de que la semana del boicot al plástico sería pan comido. Y ahí estuvo mi primer error. Empecé la semana yendo a una tienda a granel a hacer mi primera (e ilusamente pensaba que única) compra de la semana. Me llevé algunos granos, té y un poco de pasta. Me sentí feliz y orgullosa. De ahí me pase al mercado central a comprar la fruta y verdura de la semana y ya me sentía la mejor en no utilizar plástico y que si la gente me viera me convertiría en su ídolo. Hasta ahí todo bien. Llegue a casa y guarde la compra, sonriendo al ver los contenedores de vidrio (en su mayoría reciclados) en mi alacena.

El martes no hubo ninguna novedad, pero el miércoles decidí hacer un pedido en Too good to go, ahorrarme un poco de dinero y evitar el desperdicio de comida. Compré un pack sorpresa y pensé que me darían fruta y verdura lo cual con mi (nueva) consciencia sobre lo que como me venía super bien. Tremenda sorpresa me llevé cuando llego por mi pack sorpresa y viene con dos contenedores de plástico y unas hamburguesas de hongos envueltas en plástico. Fail número uno. Aunque pudiéramos pensar que no fue mi culpa, al aceptar esos productos automáticamente me convertí en parte del problema. El jueves llegó con la sorpresa de que ya no tenía café, lo que me hacía tener que ir a otra tienda a granel por café y aprovechar para comprar más pasta y algunos cereales. Estando en la tienda muy feliz con mis contenedores me percaté de una cadena de supermercado que hay a un lado y después de hacer un recorrido mental de mi cocina, me di cuenta que había algunas cosas que me hacían falta como queso, carne y aceite; así que hice camino con mis envases de vidrio llenos, en mi bolsa de tela para comprar lo que me hacía falta.

En la charcutería y carnicería de este supermercado, no aceptan que les entregues tu propio envase por temas de sanidad (ya lo había preguntado) por lo que el segundo fail de la semana vino al comprar queso, carne y pollo, toso envueltos en un papel con un film de plástico y todos en una bolsa de plástico. Para este punto ya me sentía como un fracaso total y como el peor referente de un estilo de vida sostenible. Con lo dramática que soy esto se extrapolo demasiado. El fin de semana llegó y (por fin) compre mis bolsitas de tela para la fruta y verdura. En mi mente esto compensó por el plástico excesivo de la semana. Mientras caminaba por una feria alternativa, no tome nada (bueno una cerveza en envase de vidrio) por temor a que me dieran una botella de plástico. Así que opte por un helado que había probado el año pasado y recordaba que era muy bueno: un polo de limón con hierbabuena y jengibre. News flash: los polos vienen envueltos en film de plástico *inserta emoji de palmada en la cara aquí* Aún así, debo de decir que lo disfrute demasiado con el calorón que hacia.

Por último llegó el sábado por la noche, celebrando el cumpleaños de una amiga y pedí mi Gin Tonic sin pajita. ¡Había recordado decir “el mío sin pajita”! por lo que terminar así la semana del boicot al plástico había sido como ponerme una estrellita en la frente.

Lo que aprendí esta semana

Si después de los relatos detallados de mi semana sin plástico sigues aquí, esto es lo que aprendí y con lo que me quedo. Reducir nuestro consumo de plásticos de un solo uso puede parecer fácil, pero se puede complicar un poco dependiendo de nuestro estilo de vida y situación familiar. Para mi es más sencillo porque hago mis compras para una persona, pero para las familias grandes comprar de esta manera puede ser complicado en un principio. También existen momentos en que se nos va la pinza y no reaccionamos que algo lleva plástico hasta que lo tenemos en las manos (el ejemplo del polo viene aquí) y hay otros momentos en que por pena, comodidad o por llevar prisa aceptamos estos plásticos y pensamos que la siguiente vez lo haremos diferente.

El dejar de utilizar productos envasados en plástico o hechos de este material es un cambio de mentalidad que lleva tiempo poder convertirlo en un hábito. No debemos de pensar en eliminarlo todo de un jalón o sentirnos mal por no hacerlo al 100% la primera vez. Mi reflexión, y consejo, es que empecemos por analizar la cantidad de productos que tenemos con plástico y como los podemos reemplazar. Podemos hacer una investigación sobre donde comprar productos a granel y locales y unirnos a grupos en donde podamos pedir consejos para ir mejorando con el tiempo. Empezar con estos pasos es lo que necesitamos para seguir en el camino de un estilo de vida sostenible y con tan solo empezar, ya estamos ayudando demasiado al planeta.

Convirtamos el boicot al plástico en un tema de todos los días, al igual que el resto de desperdicios. Sigamos a influencers ecológicos, a marcas que hacen y piensan diferente y así juntos, paso a paso, empezaremos a ver un cambio.

Photo by Laura Mitulla on Unsplash

Mariana Báez – Camargo

Un día desperté queriendo algo diferente y empecé un negocio, luego un blog y hoy una tienda online. Trato de vivir una vida cada vez más sustentable y en la que pueda ayudar a los demás.
El día que me quede sin ideas, se que ya todo se habrá ido a la mierda.

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