Este pañuelo para el cuello es más que un simple pañuelo, en realidad es un rebozo mexicano. El rebozo es un complemento herencia del mestizaje y símbolo de la identidad mexicana desde hace más de 400 años. Se dice que un rebozo es cuna, matrimonio y mortaja.  Cuando la mujer indígena va a ser madre, lo primero que se le obsequia es un rebozo como símbolo de bienvenida y para poder cargar a su bebé. También sirve para transportar objetos o cubrirse de la lluvia, el sol o el frío.

Como muchos foulares o pañuelos, el rebozo es una sola pieza con forma rectangular, alargada que termina en cada extremo con anudados y flecos llamados rapacejos. Este rebozo, o pañuelo para el cuello, de Peregrina a Peregrina es hecho con artisela, un hilo similar a la seda debido a su textura suave y brillante. Se confecciona en un telar de pedal, el cual consta de una serie de mecanismos en donde se involucra todo el cuerpo para poder crear cada increíble diseño.

Pañuelo para el cuello o Rebozo Caramelo

Los rebozos de Peregrina a Peregrina son conocidos como rebozos caramelo ya que son una combinación de colores que asemejan un caramelo. La iconografía dibujada en ellos es infinita y revela la creatividad de la comunidad de artesanos del Estado de México; sus colores alegres y brillantes los distinguen de los demás. Como muchas de las artesanías mexicanas, y del mundo,  el aprendizaje de este oficio artesanal se da desde la infancia en el seno familiar y constituye una forma de ayudar al sustento del hogar; así como de mantener las tradiciones que dotan de identidad a una comunidad.

Los colores vibrantes del rebozo o pañuelo para el cuello de Peregrina a Peregrina, son el regalo (o auto regalo) perfecto para quienes gustan de usar este complemento durante todo el año. Para que tu rebozo mexicano artesanal te dure mucho más tiempo, te recomendamos lavarlo en seco o a mano en ciclo delicado. Al momento de lavarlo, las puntas se deben de amarrar con una goma para evitar que se enreden y ayudar a mantener su forma. Las puntas no deben de plancharse; y en caso de que se enreden, rocía un poco de agua sobre ellas y péinalas con un cepillo de cerdas.