Suena la alarma. Con pesar aprietas el botón para callarla y dormir 5 minutos más. Intentas retrasar lo inevitable: empezar un nuevo día con la misma rutina. Te levantas, tomas un poco de café y te preparas para trabajar. La jornada laboral pasa sin contratiempos y piensas en todo lo que podrías estar haciendo si no tuvieras que trabajar. Leer un libro, ver la nueva serie de Netflix o la película de la que todos hablan; ir a dar un paseo al parque, ir a la playa y gozar de un buen domingo con la familia y los amigos.
Sabemos que vivimos una vida acelerada, con prisas e inmediatez; en la que no podemos darnos el lujo de bajar el ritmo y vivir una slow life, porque simplemente no tenemos tiempo.
Todos eso planes, ideas, viajes y momentos se ven truncados cuando nos vemos obligados a quedarnos en casa. La rutina cambia, el tiempo se hace más largo, y los días y las semanas parecen meses. Las cosas que siempre hemos querido hacer, pero que posponíamos por dar prioridad al descanso o al ocio, nos esperan con los brazos abiertos. Nos hemos dado cuenta, de una manera muy forzada, que es lo que realmente importa y que bajar el ritmo de nuestra vida acelerada si es posible.
¿Qué es el slow life?
A pesar de que lo hemos estado viviendo durante los últimos 15 días (posiblemente sin habernos dado cuenta) el estilo de vida slow life tiene ya algunos años que es puesto en práctica por muchas personas alrededor del mundo. Se dice que todas las doctrinas de los movimiento slow empezaron con el slow food; un concepto que nace en Italia en los años 80 con la llegada del primer McDonald’s a Roma.
El movimiento slow food pretende hacer a un lado la comida rápida e invita a que las personas disfruten del verdadero placer de la comida; desde sus ingredientes y preparación, hasta el momento en el que se da el primer bocado.
Gracias a esta nueva ideología, es que poco a poco surgen nuevos conceptos como slow fashion y slow life, pero todos girando alrededor de un mismo concepto: el tiempo. El tiempo es uno de los recursos más valiosos que tenemos, pero también es la excusa más usada para no hacer algo. “No tengo tiempo”, “No me da tiempo”, “No importa, lo hago mañana, total que el tiempo sobra”; son algunas de las frases que TODOS (hago énfasis en esta palabra) hemos usado en algún momento de nuestras vidas, pero ahora que nos podemos detener a reflexionar ¿realmente nos sobra tiempo?
Además de hacernos pensar sobre el tiempo que tenemos, la filosofía slow life nos invita a gozar de cada momento; a dejar a un lado las prisas y nuestra necesidad de querer todo al momento. Es un estilo de vida que se basa en bajar la marcha, reducir el estrés y disfrutar más de la vida. La idea es interesante y atrayente, pero en un momento de caos mundial ¿cómo podemos lograr un estilo de vida slow life?
¿Cómo incorporo el slow life en mi rutina?
Aunque parezca un poco difícil de creer, los momentos de confinamiento que estamos viviendo por el COVID-19 puede ser una gran oportunidad para comenzar a bajar el ritmo y valorar lo que tenemos ahora. Para comenzar, es importante que tengas en mente que como todo cambio, debes de ser constante; y que estas recomendaciones las puedes acoplar a tu rutina diaria y mantenerlas después del confinamiento.
1.- Práctica de la atención plena.
Esta práctica se utiliza mucho en la meditación, y consiste en estar presentes en el aquí y ahora. Una manera de comenzar es no dejar que la mente deambule mientras nos estamos tratando de concentrar en una tarea o un momento. El mejor ejemplo es prestar atención cuando tenemos una conversación; dejar a un lado el móvil, no pensar en los pendientes que tenemos que hacer o en que vamos a cenar.
Concéntrate en escuchar a la otra persona y en lo que te esta diciendo; puede ser que necesite de un buen consejo y tu se lo puedas dar. Este ejemplo es especialmente relevante ahora que muchas de nuestras interacciones suceden a través de un dispositivo electrónico y las distracciones están a la orden del día.
2.- Evita distracciones.
Este consejo va de la mano con la práctica de la atención plena, sin embargo se puede aplicar a ciertas acciones en concreto. Si tienes una tarea que terminar, un deadline en el trabajo o escribir el post de un blog (como este), antes de iniciar asegúrate de que las condiciones en las que vas a trabajar son las correctas. Silencia el teléfono y desactiva las notificaciones de tus redes sociales; ten a la mano un vaso con agua para no tener que levantarte a la mitad del camino; elimina todo estímulo externo que pueda ser una distracción; elige la música correcta y delimita el tiempo que le vas a dedicar, de esta manera podrás concentrarte mejor.
3.- Ten diálogos internos.
Hablar con los demás es bueno. Contarle a un psicólogo, amigo o compañero como nos sentimos es una buena manera de desahogarnos. Pero las conversaciones más importantes que vas a tener en tu vida son contigo mismo. En algún momento específico de mi vida escuche que le puedes mentir a todo el mundo, excepto a ti mismo. Escucha con atención tus pensamientos, tu corazón y tu instinto. ¿Qué es lo que te causa ansiedad o estrés? ¿Cómo lo puedes disminuir o mejorar? Estos diálogos internos no son fáciles, pero conforme somos más honestos con nosotros mismos, podremos lograr un balance que nos ayude a estar bien con nosotros y con los demás.
4.- Se selectivo.
Stephen Covey (autor del libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”) diseño una matriz para mejorar el manejo del tiempo, que consiste en colocar la tarea o evento a realizar en alguno de los cuatro cuadrantes. Los cuadrantes son 1. Urgente e Importante; 2. No urgente pero importante, 3. Urgente pero no importante y 4. No urgente y no importante. Al utilizar la matriz de Covey, podrás darle prioridad a las que cosas que realmente merecen tu atención. De acuerdo con el autor, debemos de concentrarnos en las actividades que recaigan en el segundo cuadrante; ya que son las que nos darán mayor bienestar y felicidad.
5.- Aprende a decir que no.
Decir que no es difícil, más difícil de lo que muchos pensamos. Una amiga puede necesitar nuestra ayuda, un colega nos pide que le apoyemos en un proyecto o un nuevo cliente necesita de nuestros servicios. En estas, y otras miles de situaciones, podemos tener el instinto de decir que si a la primera; pero si nos tomamos un momento para reflexionar puede ser que perdamos más de lo que ganemos. Esto no quiere decir que digas que no y te des media vuelta; simplemente estas dando prioridad en ese momento a otras cosas (¡ve la matriz del punto 4!) que te ayudarán a tener un mejor balance de vida.
Decir que no en un momento determinado no quiere decir que es un no para siempre. Si tu nuevo cliente realmente quiere trabajar contigo podrá esperar unos días; tu amiga te agradecerá que le dediques más de 5 minutos para escucharla y tu colega entenderá que no puedes participar en su proyecto por ponerle atención al tuyo.
6.- Esta bien descansar, pero que no se convierta en procrastinar.
Vivir un estilo de vida slow no es sinónimo de no hacer nada. Como te decía más arriba, se trata de disfrutar de la vida y bajar el ritmo. Sin embargo, muchos pueden llegar a bajar tanto el ritmo que terminan procrastinando y sale pero el remedio que la enfermedad. Es válido tener pausas en el día a día, tomarnos un descanso el fin de semana o hacer le viaje que tanto hemos deseado (por ahora solo hay que imaginarlo y ¡quedarnos en casa!).
Es válido parar para comer una rica comida y disfrutar de la sobremesa; de desconectarnos de las redes sociales y el ruido externo para leer algunas páginas de un libro antes de dormir; y también es válido tomarnos un tiempo para volver a nuestro centro después de algún evento grande o caótico, como lo es nuestra situación actual. Aunque todos estos momentos son válidos, depende de ti que sucedan en un espacio determinado y que no se conviertan en tu nuevo estilo de vida. Aprende a organizar de manera eficiente tu tiempo y verás, casi como por arte de magia, que tus días tiene algunos minutos de más.
7.- Disfruta.
Si ya llegaste hasta este punto, es porque realmente te interesa tener un estilo de vida más tranquilo. Bajar la marcha y empezar a hacer todas las cosas que haz dejado a un lado por pensar que no tienes tiempo o por dar prioridad a otras cosas, es posible. No importa porque quieres hacer este cambio, lo importante es que ¡lo disfrutes!. Disfruta de bajar el ritmo y sentir como tu mente se desacelera al mismo tiempo que lo hace tu cuerpo. Disfruta de los pequeños momentos que antes no habías notado, de las conversaciones con amigos o familia que hace mucho no tenias o de retomar ese proyecto que tanto te entusiasma.
Es más que un simple estilo de vida
Así que ahora ya lo sabes, llevar un estilo de vida slow te ayudará a tener un mejor balance de vida; a disfrutar de cada momento y de pensar las cosas con calma y prestarles más atención. Desacelerar también es desconectarnos un poco, dejar a un lado el mundo digital para vivir en el mundo real. Ahora es un momento difícil para eso; pero mientras estemos en casa, realicemos actividades que nos alejen de las pantallas y nos acerquen a nuestra familia, amigos y a nosotros mismos.
Tomemos las cosas con calma, reflexionemos de la oportunidad que se nos ha dado al quedarnos en casa para salir de esta pandemia como mejores personas y seres humanos.
Quedémonos en casa por todos aquellos que no pueden.
Todos tenemos el mismo número de horas en un día ¿cómo las vas a aprovechar?